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Con música, jóvenes de Pachuca llevan “medicina sonora” en pandemia

Antes de la pandemia, los músicos tocaban en un grupo de ensamble, llegaron a ser 12. Ahora para sobrevivir tocan en una esquina de la avenida Constituyentes

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- “La música se ha convertido en una herramienta para compartir un poco de medicina (sonora) a gente, porque la música es arte y el arte sana; por eso lo hacemos de una forma, más directa, desde el único escenario que hoy tenemos, pues nos han limitado todo por la contingencia”.

Así lo expresó Alberto, un joven trompetista, quien, junto con Carlos, su amigo el de los bongos, tocan música urbana en la esquina de un semáforo que se ubica entre la avenida Constituyentes y calle Artículo 3, colonia Constitución, Pachuca. 

Son 45 segundos que tienen, entre cambio de color de cada semáforo, para interpretar un extracto de una pieza de blues, bossanova o son cubano, a los automovilistas que transitan sobre dicha avenida.

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Antes de la pandemia del covid-19, ellos tocaban en restaurantes, plazas e incluso en tianguis de la capital de Hidalgo y hasta en otros estados del país. Tenían un grupo de ensamble llamado “Don Gatos”.

(Foto: José Antonio Alcaraz)

“La música es medicina, porque es directa. Con el ensamble (de instrumentos) que manejamos, es llevar la música a la gente, ahora a través de la calle. Amamos la música y hoy tomar la alternativa de venir a tocar a la calle es porque está complicado este rollo: están cerrados los restaurantes, parques y plazas, algo fuera de nuestro alcance y nos aferramos a seguir viviendo de lo que amamos, es decir, la música”, indica el joven trompetista.

(Foto: José Antonio Alcaraz)


Los nombres de estos músicos son: Carlos Alberto López Muñoz, de 25 años, oriundo de Pachuca. Él es licenciado en Música por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y está especializado en instrumentos de percusión; para él no tiene mayor importancia el escenario donde tocar; puede ser desde sobre la duela de un teatro hasta el asfalto de una avenida, pues el público está en todas partes.

La música es lo que me gusta. Aunque a veces la situación nos ha orillado a hacer otras cosas: cuando toca hacer adobes se hace, cuando toca limpiar la calle se hace… actualmente estoy vendiendo comida con mi familia, pero no dejo la música”, comenta.

Eduardo Bojorge Sánchez, tiene 29 años. Desde hace cuatro años comenzó a tocar la trompeta a través de enseñanzas con maestros. Es oriundo del municipio Tecámac, Estado de México, pero lleva ya seis años residiendo en Pachuca.

“Hemos aprendido que, si haces lo que te gusta, vives en paz y tranquilo. Quizá no hay lujos materiales, pero hay tranquilidad en comparación con mucha gente que trabaja en las oficinas o en fábricas, quizá tienen más cosas materiales, pero se les va la vida en trabajar y no disfrutan del momento ni a su familia”, agrega Eduardo.

GRUPO DE MÚSICA ‘DON GATOS’

Antes de la pandemia, tocaban en un grupo música de ensamble. De cajón, eran cuatro músicos base, aunque luego se sumaban otros. “Un día llegamos a ser hasta 12, fuimos a tocar a una plaza en Tecámac, Estado de México, fui increíble”, indica Eduardo.   

También tocaban, principalmente, en la zona centro de Pachuca. Se hacían llamar ‘Don Gatos’, un grupo de ensambles (palpaban varios instrumentos) y hasta hacían “rutas barbacoyeras o de tianguis” para ambientar.

En ese grupo de ensamble callejero “tocábamos bossanova, son cubano, blues, cumbias… prácticamente de todos los géneros. Tratábamos de hacer algo versátil y dinámico, principalmente para poder trasladarnos, pues por los instrumentos, si se requiere de un transporte”, agrega Eduardo.

(Foto: José Antonio Alcaraz)


¿CÓMO LES NACIÓ EL AMOR A LA MÚSICA?

“La verdad, no supe cómo pasó… de repente estaba compartiendo lo que te gusta con un montón de artistas de todas las áreas, el ambiente creativo es mágico. Recuerdo que desde los ocho años empecé a sentir que lo mío era la música”, comenta Carlos.

Alberto reseña que el amor a la música fue una herencia de su familia: “mi abuelo fue laurero (persona que fabrica o reparar instrumentos musicales de cuerda como violines, jaranas y guitarras). También, mis hermanas tocan música versátil, popular, como cumbia, salsa, norteños y las baladas… esa es mi raíz”.

PANDEMIA “NOS DIO EN LA TORRE”

Tanto Carlos como Eduardo sufrieron estragos económicos cuando en marzo del año pasado comenzó la pandemia del covid-19, pues sus centros de trabajo comenzaron a ser cerrados y eso los metió en una encrucijada donde dejaron de hacer lo que les gusta.

Cuando nos dijeron de la pandemia, mi mente se programó para aguantar la cuarentena, pero después de esos 40 días, comenzó un declive emocional, económico y social… tuve una depresión fuerte por el hecho de la economía, comencé a trabajar en otras cosas, desde una carpintería, haciendo comidas y demás. Hasta ahorita es que vuelvo a tener esa luz en la música”, indica Carlos.

De igual forma, Eduardo, comenta que fue un bajón moralmente, pero “también nos dio esa pauta para ver qué somos capaces de hacer como humanidad, personas y familia”.

RECOMIENDAN A LA GENTE COMENZAR A PRODUCIR SU PROPIO ALIMENTO

Algo que los jóvenes tienen muy consciente es que esta situación es una oportunidad para transformar los hábitos que han llevado a la humanidad a enfermarse. No hay más, la alimentación de los frutos que da la tierra es la mejor medicina preventiva.

"Recomiendo a la gente que comience a producir su propio alimento. Si esto sigue en declive igual irá en bajada la producción de materia prima, así tengas todo el dinero del mundo, no te lo vas a poder comer; las personas verdaderamente ricas son las que saben trabajar la tierra”, indica Carlos.

(Foto: José Antonio Alcaraz)


De igual forma, ellos tienen la idea de que la mejor economía no es el dinero en papel, sino el intercambio real sea de lo que produce cada uno a través del trueque; con todas estas acciones, no solo se promueve un cambio social, sino un resurgimiento de lo espiritual.

Finalmente, los músicos urbanos pidieron a la gente no quedarse como “sociedad normaloide”, es decir, donde normalicen lo que no es normal; además, piden tener empatía con la gente que está trabajando en las calles en estos momentos, pues se hace también por necesidad.

Aunque no nos quieran dar una moneda, lo que ellos nos den incluso con una sonrisa o un buen gesto, eso vale. La gente está tan desconectada que tan sólo te ven pasar o te ven tocando, sacan su celular y simplemente te ignoran o te pone cara de fuchi. Nosotros siempre salimos a la calle con una buena actitud, pues si andamos todos de malas, suceden los accidentes”, comenta Alberto.


jgp