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Azores, bajo la sombra de la corrupción

Los jugadores de Azores de Hidalgo creen ser parte de un posible esquema de corrupción

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Ser jugador profesional de futbol en México es un sueño que se está convirtiendo en pesadilla para el plantel de Azores de Hidalgo, equipo que milita en la segunda división.  

Con contratos inciertos, a punto de cumplirse tres meses de adeudos y tras pagar miles de pesos al dueño por un supuesto registro en la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) –aunque no todos están inscritos ni habilitados para jugar–, los jugadores, cuyos nombres se resguardan por el riesgo al que están expuestos, creen ser parte de un posible esquema de corrupción, cuya economía, a través de pagos que les demandaron para pertenecer al club, rueda tan rápido como el balón. 

Azores de Hidalgo cuenta con dos registros de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), 2387196 y 2387266, pero la razón social con la que opera el club es Real Zamora A.C., una franquicia que viene de Michoacán y estaba en riesgo de desaparecer. 

Los contratos que poseen los jugadores, ninguno certificado, no son con Real Zamora A. C. El primero que firmaron en junio, cuando entrenaban en canchas en la colonia El Venado, en Mineral de la Reforma, fue con una supuesta empresa cuyo nombre comercial era Búhos Plateados, representado por Marco Antonio Sosa Cerón, un joven de 24 años que identifican como dueño del equipo. 

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El segundo, un mes después, tiene el nombre de Azores, cuya supuesta representante es Nadia Castillo, esposa de Marco Antonio. Sin embargo, ni Búhos ni Azores están constituidos como empresas. Incluso, a los jugadores les especificaron que los pagos serían en efectivo para que las transferencias bancarias no fueran detectadas por el Servicio de Administración Tributaria (SAT). 

Además, cuando el club inició negociaciones para obtener un acuerdo con el Cabildo de Apan, Hidalgo, con el fin de utilizar la Unidad Deportiva –recién remodelada por Grupo Modelo– en sus juegos como local, los documentos que presentó eran de la razón social Real Zamora A.C., representado por Pablo Gutiérrez Galván.          

En el primer equipo iniciaron 40 jugadores a quienes Sosa Cerón les pidió una aportación mínima de 28 mil pesos para convertirlos en profesiones. La base eran jóvenes que venían de Guerreros Pachuca, club que jugaba en la Liga Nacional MX amateur, del que Marco Antonio era propietario. Pero poco a poco extendieron la plantilla, con jugadores que, incluso, tenían experiencia profesional en las divisiones menores de México. 

Cuando dimos los pagos, Marco nos comentó (a los jugadores) y también a nuestros papás, que si necesitábamos contar con una factura de los 28 mil pesos, él sin problema nos los podía hacer llegar, pero nunca las envió”, contaron integrantes del primer equipo.

Asimismo, los jóvenes afirman que existen casos en los que el dueño pidió más dinero: 50 mil y hasta 80 mil pesos a cambio de convertirlos en profesionales. 

El anzuelo, la ilusión de jugar profesionalmente en México, funcionó: llegaron 80 sólo para un primer equipo, divididos en grupos A y B, todos supuestamente disponibles para jugar en segunda división; sin embargo, según la información pública de la Femexfut, sólo 34 están registrados en segunda división y, de ellos, únicamente 21 han jugado hasta la cuarta jornada de la liga.  

Sólo el segundo contrato que firmaron tiene montos y fechas de pago. El 31 de agosto debió ser el primero. Julio, aunque trabajaron una parte del mes, no se les iba a pagar por cuestiones “contables”, que, afirman, no les explicaron, pero aceptaron. 

En ese entonces entrenábamos en Real Toledo, en Club Hidalguense. Terminó el entrenamiento del 31 de agosto y estaba la licenciada Nadia y nos comentó que si les podíamos dar una semana, porque todavía no tenían el dinero, y que mejor nos lo iban a transferir”.

Sin embargo, la semana pasó, después otra y otra más, sin que recibieran el pago. Para las primeras semanas de agosto ya entrenaban en el Club Hidalguense, en San Javier, pero la situación no cambiaba.   

El primero de octubre, Marco Sosa acudió al entrenamiento y les comentó que no tenían dinero ni forma de pagarles. Culpó, además, a jugadores de hablar con patrocinadores y contarles que no habían cobrado, por lo que, recriminó, éstos se negaban a liberarle recursos. Dijo que había gastado en la remodelación de la Unidad Deportiva en Apan, aunque el equipo cuenta que sólo son obras menores en un vestidor para colocar baños. 

Además, los jugadores dudan de esta versión por una razón: no conocen quiénes son los patrocinadores. La camiseta sólo tiene el nombre de la marca, Vindex, y sólo una vez vieron a personas de Agua Fonte, que supuestamente es patrocinador, entregar una aportación: diez garrafones de agua para hidratar al plantel. 

En la página de Facebook de Azores también se presenta como patrocinador a una farmacia, Inter Pharma. Cuando Marco Sosa les requirió los 28 mil pesos a los jugadores, a ellos y a sus familias les dijo que tenían un preacuerdo con Pastes Kikos, una marca hidalguense reconocida, que supuestamente apoyaría el proyecto.  

Aunque a los jugadores les adeudan pagos de agosto y septiembre, que oscilan entre los cuatro mil y cinco mil pesos mensuales, según experiencia, el reclutamiento ha continuado, con el mismo requerimiento de aportaciones, por lo que alertan de un posible fraude. 

Al estar saturado el primer equipo, ahora la oferta es otra: integrar las fuerzas básicas.  Para ello buscan a jóvenes menores de 16 años, a quienes piden cinco mil pesos. A decir de quienes ya forman parte del plantel, el llamado funciona, ya que han visto llegar a más adolescentes al club. 

Aunque existe una casa club, la mayoría sustenta sus gastos con apoyo económico de sus familias. La situación se ha agravado con la pandemia de covid-19. Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Guanajuato son algunos de los estados de donde provienen los jugadores, además de Hidalgo. 

El sueño de ser profesional llama más a los menores, que aún ven posible jugar en segunda, ser visoreados por un conjunto de la división de ascenso y, con suerte, filiales de primera división.  

Por lo menos hay 20 menores entre 15 y 17 años. Y aunque el objetivo es el desarrollo de nuevos talentos, por lo cual el límite de edad en la liga es de 27 años, sólo permitido como refuerzos, el grueso del equipo se sitúa entre los 18 y los 22, con menores posibilidades de llegar al Ascenso MX o a primera. Incluso, dos de 27 años entrenan, tras el pago, pero no están registrados ante la Femexfut.   





emh