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“Aquí ya no hay soberbia, ni vanidad, se quedaron afuera”

El panteón del “Cero”, en la capital de Tamaulipas, guarda historias de colonizadores, revolucionarios, santos y ateos

Escrito en ESTADOS el

CD. VICTORIA.- Aquí el aire de la tarde de otoño hace silbar los rompevientos como lamentos. Empieza a oscurecer y el lugar empieza a quedar solo. Se van quienes todavía caminan, gritan, se van quienes todavía tienen vida.

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Aquí se quedan miles, madres, hijos, esposos, hermanos, abuelas, niños, padres, mujeres y hombres. Ya de aquí no se va nadie.

Los  nombres de ellos, ellas, se han borrado. Solo queda un Cristo crucificado, con un brazo roto, un pedazo del  torso y una pierna también se han caído. A un ángel le falta un ala, otro ha perdido las manos.

Tumbas sin nombres, sin  flores, ni velas, y ni quién  los recuerde.

En la primera sección del cementerio municipal del “Cero” está la tumba de Othón Pompeyo Blanco Núñez de Cáceres, fundador de Quintana Roo. Y cerca la tumba del general Joaquín Z. Kerlegand, quien participo en la batalla de Santa Gertrudis y llegó a ser gobernador de Campeche.

Más allá está la tumba del obispo Eduardo Sánchez Camacho, quien negó las apariciones de la Virgen de Guadalupe.

Francisco Ramos, cronista de Ciudad Victoria, cuenta que los funerales del profesor Juan B. Tijerina, la maestra Olivia Ramírez y la maestra Teodosia Castañeda, fueron multitudinarias manifestaciones de dolor y tristeza. Ahora sus tumbas solas.

Por allá el muro y la placa la cual indica que en este lugar, el 6 de febrero de 1917, fue fusilado el general Alberto Carrera Torres. “Me voy con la conciencia tranquila porque tengo la fe de que soy inocente”, reza la placa.

Más allá, cayéndose, lo que fue la cripta de los descendientes del colonizador de Tamaulipas, José de Escandón y Helguera, conde de Sierra Gorda, la placas de los Escandón, Escandón Lavín, Escandón-Cortina.

Hay epitafios sobre algunas tumbas que son  sonetos, poesías de amor y dolor por el esposo que murió,  por la madre difunta.

“Aquí también se cuenta la historia. Ellos, ellas los que están aquí, hicieron historia, gente que participó en las guerras de Reforma, la Revolución, maestras, doctores, generales, comerciantes, ingenieros y otros muchos miles y miles”, comentó el cronista de la ciudad.

El primer muerto que  se tiene registrado en Ciudad Victoria fue el de Gregorio Pizaña, en 1753.

En 1914, la agencia de inhumaciones de María J. González anunciaba entierros de 15 y hasta 35 pesos, y además contaba con carroza negra y blanca de 1ª.clase gratis al servicio del público.

La funeraria de Pedro N. Tijerina ofrecía “cajas finas y corrientes. Servicio gratis de carroza. Entierros desde 20 pesos hasta 400 pesos, encargándose de todos los  funerales”.

El cronista victorense cuenta que en años más recientes había otra funeraria en ciudad Victoria cuyo lema era: “Pregunte a quién hemos servido como sabemos  servir”.

Aquí ya no hay soberbia, ni vanidad, se quedaron afuera. Aquí ricos, pobres, güeros, prietos, conservadores, revolucionarios  artistas, obreros, chicos y grandes, mujeres y hombres,  todos iguales, todos calacas pelonas, huesos secos, solo flores marchitas y olvido.

HISTORIAS DE ULTRATUMBA

El panteón del “Cero” tiene una longitud de 500 metros  y más de 200 metros de ancho, rodeado por gruesos muros de sillar.

Juan Velarde, quien trabaja de sepulturero en el panteón, platica: “A mí me tocado ver una mujer vestida de negro que sale de por donde esta aquel flamboyán y desaparece allá por los ficus”.

También me ha tocado ver niños que andan jugando, brincando entre las tumbas

En alguna tumbas han encontrado velas negras, cabezas de chivo, y otras cosas personas que por la noche se meten por la noche al cementerio hacer sus “trabajos”.

Aquí en esta parte del panteón se siente frio. El viento  sopla más fuerte y los arboles como que  lloran.

Este lugar esta maloreado, se sienten vibras, vibras muy fuertes

En este lugar están enterrados cerca, muy cerca unos de otros, los agentes de la Policía Judicial que en mayo de 1979 se enfrentaron entre sí dentro de la comandancia de la Policía que estaba ubicada frente al Palacio de Gobierno.

El corrido que escribió Beto Quintanilla narra:

Las armas son del demonio

porque vuelven criminales.

En la ciudad de Victoria

Allá por esos lugares

Como  sonaron balazos entre

Puros judiciales.

Enrique Sámano Ruiz

a otro agente previno.

Cuídate que el Quemador

ya viene por el camino.

Viene buscándome a mi

y también Marcelino.

Cuando llego el Quemador

se oyeron muchos disparos.

Luego salió como un rayo

y en la jefatura hallaron

a Enrique Samano Ruiz y

a Marcelino tirados.

Dieron la orden aprehensión

Por matar a dos agentes.

Lo hallaron por mala suerte

en un rancho de Padilla

el comando de la muerte.

Compañeros judiciales les

Gritaba el Quemador

“yo tengo muchos delitos

y no quiero ir a prisión.

Vengan a matar a un hombre

para que vuelvan con honor.

Después de muchos disparos

un cuerpo al suelo cayo

Con su pistola sin balas

en medio de una labor.

Murió Ismael Garza Flores

Y cerca, muy cerca  casi juntos por esos azares  del destino se encuentran las tumbas del asesino y sus víctimas,  en el cementerio.

“Aquí viene mucha  gente viene le  reza, deja flores, le canta el corrido, le dejan cervezas, botellas de wiski, tequila, carrujos de mariguana”.

Aquí está la tumba Ismael  Garza “el quemador” y tres pasos hacia tras sus dos víctimas Marcelino Mendoza, quien murió el mismo día del hecho el 27 de mayo de 1979 y Enrique Sámano Ruiz el 28 de mayo.

Y el Quemador fue abatido por sus compañeros policías al tercer día, el 29 de mayo.

Viene gente desde los Angeles, Guadalajara, Houston, Matamoros, Reynosa, Monterrey y muchos lugares.

“Hubo uno que  vino  de lejos porque le ayudo a pasar pal otro lado  unos costales”.

“Otro porque le ayudo hacer un jale que le habían encargado y le salió bien”.

Sobre la  tumba flores,  latas de cerveza,  velas. Por agujero de la lápida le avientan  mensajes, para pedirle favores o  darle las gracias.

 Pero en este antiguo cementerio de la Capital de Tamaulipas también la tumba en donde se encuentran los restos Jacobo López es objeto de culto.

Aquí también botellas de cerveza y tequila, flores, rezos,  recados,

Jacob López Alonso nació el 30 de junio de 1916 y muerto el dos  de abril de 1956, en la colonia Mainero.

Y de Jacobo  López se cuenta o se canta:

Voy a cantar un corrido,

de un valiente verdadero,

ha muerto Jacobo López,

en la colonia Mainero.

En Victoria Tamaulipas,

dos de abril, fue un día mediante,

ha muerto Jacobo López,

pero echo a uno por delante.

En Juan José de la Garza,

demostró su valentía,

él también perdió su vida,

porque ya más no podía.

Jacobo llegó al tendajo,

Y se metió  para adentro,

a matarte vengo yo,

Ahora que estas más contento.

Se salieron tiroteando,

que parecía  el  fin del mundo,

dices que mate a tu  padre,

pues tú serás el  segundo.

La gente por  dondequiera,

A ver lo que  había sucedido,

Juan Martínez estaba  muerto,

Jacobo muy mal herido.

Luego de que ya mató a Juan

fue y le quito la pistola.

Aquí esta Jacobo López,

padre de toda la bola.

Como ya no traiba parque

lo lograron agarrar,

luego llego Celestino,

y lo acabo de matar.

Vuela y vuela palomita

Apresura tu “volido”,

dile a los hermanos López

lo que a mí me sucedido.