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Activista, deportista y adoptaba perritos; así era Chuy, asesinado en Atitalaquia

Así es como familiares y compañeros de lucha recuerdan a Chuy, el activista asesinado que estaba en contra del relleno sanitario de Atitalaquia

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Escrito en HIDALGO el

ATITALAQUIA. - Chuy amaba los deportes y disfrutaba adoptar a perros de la calle, incluso, les llevaba comida hasta las instalaciones del basurero de Atitalaquia, donde fue asesinado a balazos la madrugada del pasado lunes 20 de junio.

(Ofrenda colocada afuera de la presidencia municipal de Atitalaquia para exigir justicia para Chuy)

Jesús Bañuelos Acevedo, mejor conocido como Chuy, es de los habitantes que menos dormía durante su estancia en el campamento que se instaló para vigilar e impedir la operación del Centro Regional de Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos, en la comunidad Cardonal.

[Así luce actualmente el relleno sanitario de la empresa  Ecological Solution México (Esmex)]

Sus compañeros y compañeras de lucha, que también se oponen al funcionamiento del basurero, recuerdan que debían insistirle para que descansará al menos un par de horas, pero fue justo mientras dormía, cuando lo asesinaron.

La casa de campaña de color naranja, en donde a Chuy le arrebataron la vida, aún continúa instalada, al igual que los anafres, las lonas y los bancos que los pobladores llevaron desde el 13 de mayo para hacer  guardias y evitar que los camiones repletos de basura pasarán a tirar desechos.

(Ofrendas colocadas afuera de la casa de campaña donde asesinaron a Chuy)

Los pobladores siguen en el campamento, colocando veladoras, arreglos florales y exigiendo justicia por Chuy, en espera de una resolución respecto a la cancelación definitiva y no temporal del basurero, en el mismo lugar también esperan Beethoven, Orejas, Luna, Maya y Paloma, unos perros callejeros a los que Chuy alimentaba.

(Perritos que Chuy y los pobladores de Atitalaquia adoptaron)

Una de las habitantes recuerda que el activista cargaba en su mochila croquetas para repartirlas entre estos canes que llegaron al basurero, también fue quien ayudó a buscarles un nombre y entre sus favoritos estaba Beethoven, un perro de talla grande, de pelaje blanco y café.

Otra pobladora dijo que Chuy tenía planeado hacer un refugio de animales para resguardar a los canes del basurero, esta misma persona fue la que le tomó una de las fotografías que se viralizó en redes sociales, donde el activista aparece debajo de un pirul.

La imagen se capturó después de insistirle un rato, a Chuy no le gustaban las fotografías.

UNA CARTA PARA PAPÁ

Los compañeros del campamento narraron lo que vivieron mientras hacían guardias con Chuy, la mayoría coincide en que se conocieron durante las protestas.

Pero además de activista, Chuy también era hijo, hermano, padre y abuelo. Fue una de sus hijas, quien le escribió y mandó una carta desde Estados Unidos para describir a su padre.

{"quote":"Fuiste un hombre noble, una buena persona como tú quieres que yo sea. Yo no voy a ser buena persona por leer libros que me aconsejaste, voy a ser buena persona por tu ejemplo (...) moriste siendo un activista, un hombre de guerra\"."}

Las palabras las leyó la comunidad  rente al ataúd de Chuy, el cual fue llevado afuera de la alcaldía de Atitalaquia al concluir una misa de cuerpo presente en la iglesia del centro de la ciudad.

El escrito también narra que el activista tuvo dos escuelas de Kick boxing, un deporte de combate, además de que difrutaba de la música de The Beatles y The Doors.

{"quote":"Siempre hiciste cosas buenas por tu comunidad, tuviste dos escuelas para ayudar a otros mediante el deporte. Luchaste muchas luchas. Combatiste tu adicción al alcohol, por lo cual estoy muy orgullosa. Compartiste la palabra de Dios por un tiempo también \"."}

Leer más en LSR Hidalgo: Tras inspección, Profepa clausura relleno regional de Atitalaquia

En la carta, su hija también describe que Chuy recientemente volvió a andar en bicicleta, uno de sus pasatiempos favoritos. Este martes, ciclistas lo acompañaron y realizaron una guardia atrás del cortejo fúnebre que lo llevó al panteón.

"Llamé a mi hijo Orión, porque así se llamaba el águila del libro que me regalaste (...) Siento mucha tristeza, jamás había estado tan triste en mi vida, pero sé que nos volveremos a encontrar, con todo el amor de mi corazón que es tuyo, tu gatito salvaje", concluye la carta.


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