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Migrantes: el sueño americano bajo el acecho del coronavirus

Miles de migrantes centroamericanos y mexicanos enfrentan severos riesgos en ambos lados de la frontera; hacinamiento, uno de los principales

Escrito en ESPECIALES LSR el

La crisis humanitaria que padecen miles de migrantes en ambas fronteras de México se agudiza con la pandemia del coronavirus covid-19. Albergues del norte y del sur sufren sobrecupo, la gente se está enfermando y el equipo médico para atenderlos es mínimo. Algunos centros decidieron cerrar sus puertas y ya no permiten el ingreso de más personas.

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En Chiapas prevalecen las deportaciones de cientos de migrantes que se esparcen en sus pueblos sin ninguna medida preventiva, a pesar de que Estados Unidos se ha convertido en foco de contagio del covid-19.

Por ejemplo, la presencia del Covid-19 tiene en jaque a los albergues de Tijuana, Baja California, que todos los días atienden migrantes deportados desde California, el estado vecino, donde el virus ya ha cobrado vidas.

Por eso algunos de esos espacios decidieron desde hace al menos un par de semanas suspender los nuevos ingresos.

“No es que discriminemos, es que también tenemos que proteger a la gente que ya tenemos aquí”, comenta Felipe Rodríguez, encargado del albergue La roca del alfarero.

Dice que ya han tenido que negar el servicio y Antonio Ledezma, originario de Guanajuato, es uno de esos migrantes que no encuentra un lugar para pasar la noche.

De acuerdo con las últimas cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), solo en enero pasado hubo 5,338 deportaciones por Baja California, y 4,292 fueron por esta ciudad.

Sin información de primera mano, las opciones para muchos ellos son las calles o la parte baja de los puentes que atraviesan la canalización del río Tijuana, donde seguramente serán detenidos por la policía municipal.

Por lo pronto, Antonio acudió por un plato de comida al Desayunador Salesiano Padre Chava, donde llegan por igual personas sin hogar que deportados, tal como conviven en la canalización que se encuentra al cruzar la calle.

“Ahorita lo que quiero es conseguir para quedarme… a ver dónde”, menciona Antonio Ledezma mientras la fila de personas avanza y los encargados del desayunador, con guantes y cubrebocas, cuidan que el paso sea ordenado.

Ya no se pueden quedar a comer

Ya nadie se queda a comer en ese sitio, todos deben recoger el plato de unicel, un pequeño envase de cartón con leche y salir para evitar la concentración de personas.

Esa misma concentración la están evitando los albergues, por eso están reduciendo además los espacios disponibles.

Casa del Migrante, uno de los refugios más reconocidos por su labor, informó en un comunicado de prensa que trabajará al 50% de su capacidad.

Lo mismo está haciendo Jaime Fuentes Martínez, encargado del Hotel Migrante, ubicado en la colonia Zona norte, a no más de dos kilómetros de la cerca fronteriza.

“No podemos estar recibiendo más porque estarían muy juntitos, y no se trata de eso”, dice parado en un reducido espacio que dejan las literas en la pequeña construcción maltrecha de dos niveles.

Pero eso no les ha impedido tomar algunas precauciones, como limpiar con cloro y tener en la entrada del lugar un poco de gel antibacterial.

Ese sitio, igual que La Roca del Alfarero, fue visitado por personal de la Secretaría de Salud del estado que les habló de las medidas de prevención.

Pero ahora además de las deportaciones diarias ya conocidas, hay expulsiones exprés, que no son lo mismo, admite Alejandro Ruíz Uribe, delegado del gobierno federal en Baja California.

“Una deportación es que pasó por un proceso legal para repatriarlo, y una expulsión es que te agarran y ‘a ver, ¿papeles? No. Para fuera’. No te dan chance ni de meter abogado”, menciona.

Para recibirlos, afirma, tienen el Centro Integrador de atención al migrantes con capacidad para 3 mil personas que fue habilitado para los centroamericanos retornados, donde hoy no tienen ni un centenar.

“Tenemos capacidad para hacerle frente a una contingencia que todavía no se presenta”, afirma Ruiz Uribe.

Tan solo este martes, dice, hubo 50 expulsiones y los migrantes pasaron por un filtro sanitario, aunque no precisó cuándo inició esta política de las autoridades norteamericanas.

Hacinamiento en Tamaulipas, riesgo de contagio

No son decenas, son cientos los migrantes que se encuentran hacinados en las casas de ayuda a migrantes, en los campamentos. Debido a las condiciones en las cuales se encuentran, el contagio puede ser fácil, al igual que su propagación.

Los migrantes conviven y duermen en espacios de dos a tres metros cuadrados que miden las tiendas de campaña. Se les ha repartido jabón y algunos artículos de limpieza, pero tienen problemas de falta de agua, como en el campamento ubicado a un costado del puente nuevo en Matamoros.

Los migrantes se encuentran desesperados ahora que las autoridades estadounidenses han cerrado los puentes internacionales y han suspendido los trámites de visas humanitarias, hasta nuevo aviso.

José Sotelo, salvadoreño, llego con su esposa Isabel a finales de diciembre a Matamoros. “Después de mucho rogar y batallar, conseguimos que nos dieran cita para tramitar la visa, pero es hasta mayo; mientras, el dinero se nos está acabando. Ya no tenemos dinero para regresarnos a El Salvador. Si comemos es gracias a lo que nos regala la gente, mexicanos o americanos, nos traen comida, ropa”.

Mi esposa y yo dormimos en una tienda de campaña que pudimos comprar, pero mide menos de dos metros

Las tiendas de campaña se encuentran amontonadas, apiñadas, casi no hay espacio entre una y otra.

Marcela Fernández, hondureña de 27 años, quien llegó a la orilla del Río Bravo, acompañada de su hijo de seis años, cuenta: “estoy desesperada, ya no nos dejan pasar a efectuar los trámites para la visa. Me dijeron que se encuentran suspendidos. Si tengo miedo, así como estamos todos amontonados el contagio puede ser fácil, esta será una mortandad”.

Aquí estoy estancada, ni para adelante ni para tras, pues no tengo dinero para regresar a casa. Nos ofrecen transporte hasta la frontera de México, pero luego tengo que ir más allá hasta mi pueblo

Y añadió: “hay orgullo, nadie quiere regresar a su pueblo derrotado, sin dinero, el no haber conseguido la visa, sin haber trabajado en Estados Unidos, el haber conseguido dinero. Por eso, muchos prefieren morir en el intento de lanzarse al rio y cruzarlo”.

Repatriados, más riesgos

Pero no son únicamente los migrantes los cuales preocupan sino los cientos de repatriados a deshoras por la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, por lo que no hay personal de Salud para practicarles exámenes sanitarios al ingresar al país.

Las autoridades de México y Estados Unidos tienen convenido efectuar las deportaciones entre las 08:00 y las 20:00 horas, a fin de que las autoridades mexicanas puedan recibir a los migrantes repatriados e incorporarlos al programa “Retorno Seguro” a sus lugares de origen, así como atenderlos en aspectos de salud.

Sin embargo, la Patrulla Fronteriza no ha venido respetando el horario convenio y las deportaciones las efectúa a cualquier horario y sin dar previo aviso a las autoridades mexicanas para su atención.

Existe preocupación de las autoridades sanitarias, pues ante el incremento de casos confirmados en Estados Unidos, se teme que algunos de los deportados pudieran estar contagiados y venir a propagar el covid-19.

Es importante que las autoridades mexicanas se encuentren enteradas sobre las deportaciones, a fin de recibir a los repatriados y someterlos a revisiones médicas dado el incremento de casos de covid-19 en los Estados Unidos.

Durante los pasados meses de enero y febrero fueron deportados por Tamaulipas 10,229 personas.

Pero ante la advertencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de deportar de inmediato a los migrantes ilegales, la Patrulla Fronteriza efectúa deportaciones sin previo aviso.

Migrantes del sur, entre la incertidumbre y el acecho del coronavirus

A pesar de que autoridades, como la Guardia Nacional o del Instituto Nacional de Migración (INM), han “ablandado” sus operativos de “cacería” para no empeorar la situación por posibles contagios masivos de coronavirus, albergues e incluso estaciones migratorias en Tapachula y otras localidades costeras están “al tope” de su capacidad.

De acuerdo con el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova (Frayma), espacios como el de “Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante AC”, uno de los dos albergues más amplios de esta ciudad fronteriza del estado, ya no pueden recibir a más gente. Por el momento, advierte, hay en el mismo cerca de medio millar de personas de diferentes nacionalidades, cuando su capacidad es “mucho menos”.

Aunque se carece de datos viables, Salva Lacruz, integrante del Frayma, acepta que las deportaciones vía terrestre a Centroamérica se reivindicaron en gran medida e, incluso, cree que se suspendieron casi al 100 por ciento.

Pero el Covid-19 ha generado incertidumbre y prueba de ello es que el pasado lunes, por la noche, un grupo de 50 migrantes, entre salvadoreños y hondureños, se “amotinó” en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula, porque buscaba salir ante el miedo. La GN los replegó de forma violenta y se los llevó a otro lado. Según el Frayma, se desconoce el paradero de los mismos.

No obstante, explica que dentro de esa estación migratoria habría entre 600 o 700 personas, quienes se mantienen con temor porque aún no les resuelven su situación jurídica. Su encierro se prolonga. “Sabemos que no solo en la ‘Siglo XXI’, sino en todos esos tipos de centros, se vive en condiciones insalubres, es de siempre, pero en estos momentos es peor”, advierte Salva.

Hasta hace dos semanas, el mismo INM aceptó que mantenía entre 6 mil y 7 mil migrantes “encerrados” en las Estaciones Migratorias de Chiapas. En todo México, advierte el Frayma, oscilaría entre los 10 mil. Solo en las oficinas de ese Centro, se advierte, cada semana atienden entre 500 y 600 migrantes.

Según Rosalía, originaria de Honduras, no les han advertido sobre la problemática sanitaria que se avecina, y prueba de ello es que hace apenas unos días llegaron cientos de migrantes a la Estación Migratoria “El Cupapé I” para efectuar un trámite mensual y estar al pendiente del proceso para refugio.

“Ni les importamos, creo, porque nos hacen esperar muchas horas, bajo el sol, y luego está esa enfermedad del coronavirus, ¡y mira!”, advierte la joven mujer, quien es acompañada por su hijo adolescente.

Con base en información del Centro de Derechos Humanos “Digna Ochoa”, con sede en el municipio de Tonalá, el panorama es más complejo de lo que parece: habría al menos 15 mil migrantes en estaciones migratorias y albergues de la región Costa de Chiapas, sobre todo en Tapachula, Huixtla y Arriaga.

Una de las “ventajas”, advierte Nataniel Hernández, director de ese Centro, es que en Guatemala ya “cerraron” su frontera por la contingencia, aunque, dice, no duda que aún pasen cienos de migrantes a territorio mexicano.

Para él, no se han tomado las medidas apropiadas para atender a la población migrante en caso de contagios.

Migrantes indígenas vuelven a Chiapas, la otra cara de la moneda

Sin embargo, en Chiapas se vive otra problemática relacionada al Covid-19: el retorno de Estados Unidos a Chiapas, vía aérea, de miles de migrantes indígenas que, sin las medidas pertinentes, han arribado a municipios como San Juan Chamula o Tenejapa, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.

Marcos Arana, investigador de esa instancia con sede en San Cristóbal de las Casas, advierte que la zozobra es mayúscula porque no se sabe cuántos de esos trabajadores están contagiados del Covid-19, y lo peor del caso, asevera, es que no se han aislado, sino que comenzaron a visitar a familiares y amigos, lo que sin duda diseminaría la enfermedad con rapidez.

“No quiero ser pesimista, pero el panorama se pondrá peor, porque sabemos que en estas comunidades indígenas no hay condiciones para el lavado de manos porque no hay agua, se vive un hacinamiento en la mayor parte de viviendas, o la gente está enferma de diabetes por el alto consumo de refrescos embotellados, entonces es un serio peligro”, puntualiza el también director del Centro de Capacitación de Ecología y Salud para Campesinos.

De hecho, el Instituto creó algunos spots en tsotsil y en tseltal para que lleguen a esas localidades con el mensaje de que se tienen que cuidar. Incluso, su llamado de “auxilio” ya llegó a Salud federal y a la misma Organización Panamericana de la Salud (OPS). “Porque, en estos últimos días, he sabido de muchos posibles casos”, alerta.

Arriesgar la salud para salvar la vida

Con 95 personas en su interior, el albergue Hermanos en el Camino ubicado en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, determinó que lo mejor para evitar riesgos de contagio por Covid-19, sería dejar de recibir grupos de migrantes los cuales, si bien en menor cantidad, continúan fluyendo con rumbo a Estados Unidos.

“Su respuesta cuando les preguntamos por qué se arriesgan, se nos hace muy dura: de todas maneras, vamos a morir en nuestros países porque somos hostigados por las maras. Si no salgo de allá me van a matar de todas maneras. Contagiarse de covid-19 es para ellos y ellas un mal menor comparado con lo que enfrentan en sus países”, explica Lorena Hernández Jiménez, encargada del albergue fundado en 2007.

El endurecimiento de la frontera sur -señala- no les permite regresar a su tierra, aunque el retorno tampoco es una opción que busquen tomar quienes se quedaron varados en México en medio de la contingencia sanitaria.

Llegar a Estados Unidos es, para la población centroamericana indocumentada, el único objetivo, aunque en ello se les vaya la salud o la vida misma, pues en el trayecto corren el riesgo de ser infectados con coronavirus o captados por grupos de la delincuencia organizada.

Aquí ahora mismo tenemos gente de Centroamérica, pero también de Bangladesh, Nepal y de la India. Hay algunas que ya han salido y se han encontrado con una situación muy dura pues han sido secuestrados por el crimen organizado, regresaron pidieron refugio y aquí están esperando volver a salir. Otros, se quedan un día, dos días y caminan hacia el norte, su meta, su fin es llegar a estados Unidos

Desde que fue fundado el albergue, el flujo de personas migrantes ha sido constante. Cerca de 20.000 personas se refugian ahí al año.

Hasta el momento, las autoridades de la localidad no les han restringido brindar asilo como una medida sanitaria para evitar riesgo de contagios, pero sí tomar algunas medidas para que no haya un brote por la cantidad de personas.

Así, para entrar al comedor lo realizan en turnos y se deben sentar con una distancia de metro y medio. Previendo que en algún momento se presentara un caso, habilitaron una habitación de asilamiento.

Actualmente hay cuatro familias las que se encuentran en el lugar y el resto en su mayoría son hombres que viajan en solitario. A las nuevas personas que llegan se les está solicitando una constancia médica en la se especifique que no presenta síntomas de Covid-19, además de una revisión extra de la doctora en el lugar.

En Oaxaca, durante la primera semana de la fase dos de contingencia se han detectado siete casos positivos de coronavirus, de éstos ninguno en la zona del Istmo de Tehuantepec, sitio en donde se ubica el albergue Hermanos en el Camino, fundado por el sacerdote Alejando Solalinde Guerra.

Pensamos en las personas que viven distintas realidades, vienen con hambre por eso tratamos de sostener una acción humanitaria

 

Por Eduardo Rubio, Arnoldo García, Christian González y Citlalli López / Corresponsales