De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres implican que las mujeres y los hombres, niñas y niños, tengan las mismas condiciones, oportunidades y resultados para ejercer plenamente sus derechos, sin importar su sexo e identidad de género. Esta acepción de ONU Mujeres cobra importancia si la planteamos desde el ámbito educativo, donde las niñas y los niños tengan oportunidad de recibir educación, desde la infancia, que les permita aprender a reconocerse como iguales. 

Sin embargo, los niños y las niñas en nuestro país no son educados con herramientas que les enseñen a identificarse como iguales, y en la mayoría de los casos, las y los menores reproducen patrones de conducta que reciben en sus hogares, donde en ocasiones perciben violencia del padre hacia la madre, y tienden a reconocerla como parte de su normalidad. 

Lo anterior, promovido en ocasiones por los medios de comunicación masiva y las campañas de publicidad que históricamente se han encargado de reproducir roles de conducta y estereotipos de género que fortalecen la creencia de que existe una desigualdad cultural entre los hombres y las mujeres, promoviendo una figura de fuerza y liderazgo en los niños que se deben encargar de lo público, mantener a la familia y trabajar, y reproduciendo imágenes que fomentan una cultura de debilidad para las niñas, a quienes pintan como débiles, dependientes, encargadas de lo privado y de la familia. 

La falta de una educación que enseñe a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que ambos géneros tienen la oportunidad de desarrollarse como iguales, en una cultura de respeto a lo largo de su desarrollo personal, ha propiciado que los roles establecidos actualmente en la sociedad, deriven en una reproducción de la cultura machista de nuestro país. 

De acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, una de las causas que propicia los feminicidios son las actitudes machistas; es decir, conductas, comportamientos y creencias que promueven, reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. 

En ese sentido, los esfuerzos que se realizan para combatir la desigualdad de género, se han concentrado mayoritariamente en medidas reactivas para dar atención al problema de la violencia y feminicidios. Sin embargo, poco se habla de atacar el problema desde la raíz, buscando soluciones que tengan por objetivo atender el problema desde sus orígenes y estructuras, es decir, impulsar cambios generacionales desde el comportamiento humano, para que los índices de violencia contra las mujeres disminuyan y con el paso de los años y en futuras generaciones, estos logren erradicarse. 

El ensayo “Enfoque en la prevención de la violencia” , publicado por ONU Mujeres, recomienda que se atienda la violencia de género desde la prevención, poniendo el énfasis en la educación durante las primeras etapas de la vida de los niños y las niñas. “El trabajo con jóvenes es la mejor opción para lograr un progreso rápido y sostenido en materia de prevención y erradicación de la violencia de género. Aunque las políticas públicas y las intervenciones suelen pasar por alto esta etapa de la vida, se trata de una época crucial durante la cual se forman los valores y normas relativas a la igualdad de género”.

Esta agencia de Naciones Unidas, incluso ha recomendado el uso de un manual que desarrolló en conjunto con la Asociación Mundial de las Guías Scouts (AMGS): Voices Against Violence , que incluye herramientas didácticas y cognitivas para niños y niñas desde los 5 años, hasta jóvenes de 25 años de edad. Este manual brinda a las personas jóvenes materiales y experiencia para entender las causas profundas de la violencia en sus entornos, educar e implicar a sus iguales y a las comunidades para prevenir e identificar casos de violencia de género, y saber adónde acudir en busca de ayuda en caso de sufrir violencia.

En un país donde nueve mujeres son asesinadas diariamente, donde el 50% de los feminicidios no son consignados ante la justicia, y donde en cerca del 90% prevalece la impunidad (CNDH), es urgente que logremos un cambio en la ecuación si realmente queremos erradicar la violencia contra las mujeres y lograr una nueva cultura de igualdad. 

Es primordial fomentar un cambio de paradigma que genere una ruptura en las estructuras culturales que nos dañan como sociedad y pasar de entender el problema de manera reactiva para enfocar los esfuerzos en la prevención basada en educación, para que las nuevas generaciones de niños y hombres entendamos las desigualdades y trabajemos para reducirlas de la mano de las mujeres. 

José Manuel Urquijo

Consultor y estratega en comunicación política e imagen pública. Es miembro de la Red de Jóvenes Políticos de las Américas y en 2017 recibió el Napolitan Victory Award por The Washington Academy of Political Arts & Sciences en la categoría Youth Leadership Award. Urquijo tiene estudios en marketing gubernamental, análisis político y comunicación política con perspectiva de género.

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