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San Fernando: nueve años y 72 cruces olvidadas

Este sábado se cumplen 9 años de la masacre de 72 migrantes en San Fernando a manos de Los Zetas; hay 11 detenidos pero ninguna sentencia

Escrito en ESTADOS el

El 24 de agosto de 2010, en un rancho aislado en El Huizachal, municipio de San Fernando, Tamaulipas, fueron hallados, asesinados a sangre fría, 72 migrantes indocumentados.

Uno de dos sobrevivientes de la masacre logró huir y caminó 18 kilómetros con una herida de bala, hasta encontrar una base de la Marina, donde pidió auxilio. El migrante herido, Luis Freddy Lala Pomavilla, relató lo que había pasado y dio la ubicación del lugar.

Las imágenes sobre lo sucedido le dieron la vuelta al mundo: 58 hombres y 14 mujeres estaban maniatados, con los ojos encintados y con el tiro de gracia. Todos eran migrantes, la mayoría centroamericanos, pero también había ecuatorianos, brasileños y uno de la India.

Tres días antes, Los Zetas habían secuestrado los dos camiones donde viajaban a la frontera con Estados Unidos. Los llevaron hasta el rancho, donde los bajaron, ataron de manos y les dieron dos opciones: trabajar para el cártel o morir.

Sólo una persona aceptó el empleo, según el informe judicial. A los demás los golpearon y les vendaron los ojos para matarlos uno por uno. Los disparos fueron en la espalda y la cabeza.

Hubo dos sobrevivientes, uno de ellos fue el ecuatoriano Luis Freddy Lala Pomavilla, que 24 horas después de la masacre llegó a un retén de la Marina donde informó de lo ocurrido. El otro accedió a ser sicario de Los Zetas.

 

En 2010, los Zetas y el Cártel del Golfo protagonizaron una cruenta batalla por dominar el estado fronterizo de Tamaulipas. 

Los Zetas fueron conocidos por ser el cártel más sanguinario de México. Sus integrantes habían formado parte de un grupo de militares de élite. Unos de los principales territorios donde operaban era Tamaulipas. Además del narcotráfico, también se dedicaron al secuestro y la extorsión.

Nueve años después de la masacre, Los Zetas han sido expulsados de San Fernando, pero los cárteles siguen teniendo el control de la región.

Rancho y bodega donde hace 9 años fueron encontrados 72 migrantes asesinados por la banda criminal de los Zetas. El lugar luce completamente abandonado. Foto: Duilio Rodríguez

El sobreviviente ecuatoriano

El ecuatoriano Luis Freddy Lala Pomavilla, uno de los sobrevivientes de la matanza está en su país bajo protección gubernamental. Este joven, de entonces, 18 años, fingió estar muerto para salvarse.

De acuerdo con su testimonio, cuando cruzaban por las carreteras de Tamaulipas fueron interceptados por un grupo de matones, quienes los secuestraron para tratar de extorsionarlos u obligarlos a que se integraran a sus filas como pistoleros.

Cuando los migrantes se opusieron, según la declaración del ecuatoriano, los sicarios dispararon contra todos, incluyendo al testigo, quien cayó herido y lo dieron por muerto.

Una vez que los delincuentes abandonaron el rancho, el sobreviviente salió de ese lugar y caminó hasta encontrar una unidad de la Marina que patrullaba la zona, a la que pidió auxilio y contó lo ocurrido. Así fue como los Marinos dieron con la bodega donde se encontraron los 72 cadáveres.

Los 72 centro y sudamericanos, habían ingresado a México por Chiapas, con la intención de llegar hasta los Estados Unidos.

En las morgues de las poblaciones cercanas a San Fernando no había espacio suficiente para depositar los cuerpos, por lo que las autoridades preveían la posibilidad de rentar tráileres con sistemas de refrigeración para mantenerlos en conservación durante el proceso de reconocimiento por parte de familiares.

Sin justicia para los 72

A nueve años de distancia no hay condenados por la masacre. De acuerdo con el estado de la investigación, hay 11 procesados y una orden de aprehensión pendiente, pero ninguna sentencia.

Aunque pasó casi una década desde la matanza, el gobierno mexicano ha sido incapaz de identificar 9 de los 72 cuerpos hallados. Tampoco la violencia ha menguado en Tamaulipas, sólo en este año se ha reportado el secuestro de autobuses de pasajeros donde había indocumentados.

Hace un año, el gobierno federal otorgó una indemnización económica a una víctima directa y a 47 familiares de cinco migrantes ecuatorianos. Jaime Rochín del Rincón, entonces comisionado Ejecutivo de Atención a Víctimas (CEAV), dijo que la indemnización significaba el “reconocimiento del Estado mexicano sobre su responsabilidad y un acompañamiento a las víctimas de esa masacre”.

Para organizaciones civiles y de migrantes, esta fue la primera medida para la búsqueda de justicia en este caso, pero hasta la fecha sigue inconcluso.

Después del hallazgo de los 72 cuerpos de migrantes en San Fernando se descubrieron, además, 47 fosas con 195 restos en el mismo municipio de Tamaulipas en 2011. Un año después se hallaron 49 torsos en Cadereyta, Nuevo León.

La lucha de los familiares ha sido acompañada por la Fundación para la Justicia, una organización no gubernamental que apoya en la búsqueda de migrantes desaparecidos, creada en 2011 con sede Ciudad de México y representantes en Honduras, El Salvador y Guatemala.

Conmemoración cancelada

La inseguridad que vive actualmente Tamaulipas provocó que diversas organizaciones no pudieran conmemorar el noveno aniversario de la matanza. Ninguna autoridad pudo garantizar la visita de diversas organizaciones al sitio donde se cometieron las ejecuciones.

En Tamaulipas nadie recomienda visitar el memorial que recuerda los 72 migrantes asesinados en San Fernando. El pequeño monumento está en el mismo bodegón donde hace nueve años Los Zetas mataron a los indocumentados.

Si uno quiere hacer el viaje, se hace sobre advertencia de la presencia de gente armada. El camino para llegar al rancho El Huizache es largo y solitario. Nueve años después parece que nada cambió en este lugar, donde sólo queda el memorial que un grupo de defensores de derechos humanos colocó el año pasado.

Pie de Página publicó que la cruz, con sus 72 pequeños crucifijos, reposa solitaria en el bodegón. Este 22 de agosto no hubo ninguna autoridad que se acordara de lo que sucedió en 2010. 

Apenas el año pasado, ciudadanos y religiosos instalaron la cruz en el predio, como un recordatorio de lo que pasó. Ahora, el memorial se encuentra rodeado de pastos altos, las avispas hicieron un panal en uno de los brazos de la cruz, y una lechuza vive en el bodegón.

El camino de terracería que lleva del ejido está bordeado de sembradíos de sorgo, pero la cosecha está recién levantada, los pastos son cortos y secos. El viento levanta nubes de tierra sobre el camino, pueden pasar horas antes de ver a algún granjero o peón que saluda con recelo desde su tractor o camioneta. 

En San Fernando no hay presencia de policías, militares o la recién estrenada Guardia Nacional.

La conmemoración… en Coahuila

Para conmemorar el noveno aniversario de la masacre de San Fernando, la Fundación para la Justicia hizo un video donde recuerdan, entre otras cosas, que hay "más de 72 deudas con la verdad y la justicia".

No podemos desaparecer de aquí sin más. Queremos encontrar un lugar donde la vida crezca. Queremos caminar porque queremos vivir y queremos vivir con dignidad. Queremos un lugar seguro al cual llamar hogar", dice la voz en off de una mujer que representa a los migrantes asesinados en su camino por México para llegar a Estados Unidos

La gente no se pierde de este planeta, no se escapa por la estratósfera. Quien no está aquí, quien hace falta, quien está desaparecida, desaparecido, sólo puede estar en esta tierra, sólo nos puede hacer falta en esta tierra. Quienes caminamos aquí, no nos perdemos. Yo habito aquí en la memoria. Yo habito aquí hasta que me encuentren. Yo habito aquí en la tierra. Y ustedes habitan aquí rotos